Poema en versos tridecasílabos. En estos versos no se admite la cesura, pues destruiría la armonía con la que intenté escribirlo. Su ritmo de vals así lo requiere.
Cuando mansa la lluvia se rinde agotada
y entre tenues jirones el cielo aparece.
Cuando el Sol bullicioso entre gotas se mece
en un vals cadencioso de danza ensayada,
sonriente se asoma en su trono de flores
ese mágico arco de ardientes colores.
El azul que en el cielo lo acuna risueño,
con el verde se enlaza en un baile campestre,
y entre rojo amapola y violeta silvestre
al añil de la lila le adoran el sueño.
Las apuestas mimosas le dan su amarillo,
y la flor de azahar convertida en naranja,
a su cuerpo le adornan la última franja
con un bello plumaje de exótico brillo.
Un destello de tonos le da sinfonía
al castillo radiante de iluso esqueleto,
y en su alma varada en celoso amuleto
poco tiempo se goza su leve armonía.
Su cabeza levanta mirando hacia el cielo
pretendiendo llegar más allá de la nube,
y le inquieta saber que si más alto sube
su polícromo carro se hunde en el suelo.
Germinal Sánchez
