SILENCIO

 

 

 

 

 

 

Y yo me iré en silencio
sin molestar a nadie,
sin que nadie me añore,
sin que nadie me alabe.

Silencio que me envuelve
como una inmensa losa.
Silencio de tu risa
y de tu voz mimosa.

Me marcharé a la sombra
de mi arbol más querido,
de aquel que me acompaña
desde que tú te has ido.

Me quedaré dormido
en un eterno sueño,
descansando por fin
de tanto vano empeño.

Y mientras llega el día
de mi humilde partida
miraré sin descando,
tu lucero, allá arriba...

Y al llegar el instante
del fín de mi aflicción
se escuchará en el cielo
la más bella canción.

Y volveré a abrazar
tu cuerpo tan querido
cuando Dios nos reuna
allí, donde te has ido.

Besaré tus cabellos
dorados como el oro,
y me hundiré en tus ojos
a los que tanto adoro.

Y volverá tu risa
y volverán tus besos.
Y en todo el firmamento
se acabará el silencio...

© Antonio Pardal Rivas

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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