|
Me
fuiste transformando en un desecho
cual sádico jifero sin entrañas,
llegando a mancillarme con tus mañas
de sangre que cubríame maltrecho.
Y así, muy lentamente, trecho a trecho,
repleta de maldades y patrañas,
mataste mi cariño con guadañas
de celos que clavabas en mi pecho.
Fue amor lo que sentiste, no lo dudo.
Me amaste como hembra embravecida
que guarda su tesoro a sangre y fuego.
Mas tanto amor, mujer, tan solo pudo
crear horror en mi alma escarnecida
quemada en los delirios de tu apego.
©
Antonio Pardal
Rivas
27-07-07
|
VOLVER
|