MI SULTANA

 

 

 

 

 

 

 

 

Debajo de mi ventana
hay mil rosas encendidas
y a su verita un jazmín
cuyo aroma me obnubila.

En las noches que mis sueños
las estrellas iluminan,
aunque tocarlas no puedo,
desde muy lejos me miran

con brillos de candilejas
titilando diamantinas.
Y al mirarlas me recuerdan
cuando su boca era mía.

Debajo de mi ventana
también lucen y se agitan
junto a las frescas acequias
de alfaguaras escondidas,

luciérnagas ataviadas
de oropel y pedrerías,
ocultas entre aliagas,
zarzales y margaritas,

como trocitos de cielo
que refulgiendo me animan
a recordar mis anhelos
bajo su luz ambarina.

Debajo de mi ventana
me arrulla la melodía
de las rumorosas aguas
que atraviesan la campiña

regando las bellas flores
que me alivian las heridas
que destrozaron mi alma
aquel día de su huída.

¡Ay, ventana, mi ventana,
que guarda mi amanecida
esperando a la cristiana
que me robó la sonrisa!

¡Águilas de mis montañas!
¡Vientos que vais a Castilla
y que todas las mañanas
cruzais la tierra enemiga!

¡Buscadla, por Dios, buscadla!
¡Decidle a mi princesita
que vuelva a mi lado rauda!
¡A su Alhambra granadina!

¡Que no hay lugar en la tierra
en que fuere más querida
que donde llegó a ser reina
cuando arribó de cautiva!

© Antonio Pardal Rivas

23-07-07

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VOLVER