AMOR

 

 

 

 

 

 

 


Jamás olvidaré tan dulces hechos.
Las bocas se fundían ciegamente
en beso interminable y absorbente
que nunca nos dejaba satisfechos.

Los brazos se enlazaban en estrechos
y cálidos engarces, vehementes,
reflejos de pasiones tan ardientes
que ya no soportaban nuestros pechos.

Mi cuerpo penetraba en su interior,
sintiendo de su sangre los latidos,
hendiendolo ardoroso con amor.

Tan grande fue el deleite en los sentidos
causado por un fuego abrasador,
que el orbe conmoviose entre gemidos.

© Antonio Pardal Rivas

17-05-07

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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