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 Cuando mi cuerpo mezclado en el viento surque la mar con aladas gaviotas
 o raudo escale montañas remotas...
 en tu memoria tendré mi aposento,
 para en las noches gozar de tu aliento y tus recuerdos con ansias ya rotas,
 dandote a ti como cálidas notas
 esta grandeza de amor que ahora siento.
 Tu alma ha de ser la que guarde escondida, al releer lo que ahora te canto,
 mi pervivencia a tu lado en la vida.
 Tu alma ha de ser, sin tristeza ni llanto, la que me albergue en la pronta partida
 y dé calor a mi amor con su manto.
          © 
        Antonio Pardal Rivas
 10-noviembre-2006
 
         
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