OCASO

 

 

 

 

 

 

En esta triste tarde,
en que el invierno ennegrece las olas marinas,
triste contemplo desde mi ventana
cómo se extingue otro día de mi vida,
gris, macilento, cargado de estruendo,
tanto en el cielo, como allá, en el mar.

Rugen las olas con furia,
mientras que el cielo truena sin cesar.
Vuelan las ramas del arbol caídas
bajo el empuje del fuerte huracán.
Sólo ilumina al negror que me envuelve,
la luz del rayo, antes de tronar.

En esta triste tarde,
en que me acosan las fuerzas del mal,
lloro, mirando desde mi ventana
cómo descargan las oscuras nubes
trombas inmensas de gélidas aguas,
tanto en la tierra, como allá, en el mar.

Tiembla mi alma aterrada,
mientras me envuelve la noche en su manto
en esta tarde de frío invernal.
¡Ya sólo siento desde mi ventana
a los rugidos de rayos que estallan,
como centellas en la oscuridad!

En esta triste tarde,
sufro en el alma una amarga agonía,
pues sé que mis ojos cansados y viejos,
ya no verán otra primavera.
Ni al sol, a las flores..al azul del cielo...
Ni a la luz del día...

© Antonio Pardal Rivas

Enero, 2006

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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