Hubo
una rosa espinosa
en el jardín del Eden,
que era tan falsa y dañina,
que no sabía ni querer.
A su lado florecía
una preciosa azucena
que inocente le decía
creyendose que era buena:
"Rosa bonita y lozana,
te quiero como a una hermana
y no me agrada que vivas
en esa espinosa rama.
Si te vienes a mi lado,
apartada de los cardos
serás feliz y querida
por los gladiolos y nardos."
Pero la rosa, envidiosa
de la feliz azucena
se irritaba al comprobar
que era la más bella y buena.
y aunque roja había nacido
la pasada primavera,
amarilla se volvió,
envidiando a la azucena.
Y alli aguardaba paciente,
junto a ortigas y entre cardos
a que llegase el momento
para robarle su nardo.
Pero el nardo se dió cuenta
de la maldad de la rosa,
pues la envidia le notaba,
y la envidia es mala cosa.
Y así dijo, altivo el nardo
a la rosa traicionera:
Por más que te lo propongas,
no serás mi compañera,
ya que escogí a la azucena
para mi vida amorosa,
pues del jardín del Eden,
es la flor más primorosa.