
Dialogo con mi perro. No es que entienda
ciertas órdenes, gestos o vocablos.
Eso lo entienden todos,
desde su primer grado.
Bek no ha cursado estudios,
mas su nivel es de universitario.
No sólo absorbe cuanto le platico,
sino que me responde, tan…humano.
Dos formas inequívocas mantiene
de expresarse: Los ojos y las manos.
No el ladrido o la lengua,
eso es para los perros iletrados.
Bek me mira de frente,
y acepta mi mirada sin reparos,
y en sus ojos dibuja
cada respuesta, y cuando entusiasmado,
reafirma con sus patas delanteras
sus estados de ánimo.
No es un perro de juegos,
más bien de afectos puros, instantaneos,
con frecuencia exigente,
un más, y más, y más, que no me canso.
Pero qué claridad en sus mensajes,
como si el alma le brotara a saltos
a través de pupilas tan oscuras
flotando sobre círculos dorados.
Sabe tanto de mí, porque si escribo,
percibe, aunque no lea, mis desmayos,
el gozo que me agita,
y el dolor que se clava en mi costado.
Y advierto la alegría en su talante,
y me acompaña a veces en el llanto.
Acostado a mis pies, vigilia o sueño,
eres, amigo Bek, el firme abrazo
que me niega el destino en ocasiones,
la lealtad perdida en el naufragio
de los días perdidos,
mi propia sombra unciéndose a mis pasos.
Autor del poema: FRANKALVA
Declamación: Avidad