Los millones de españoles que se han ido de vacaciones se habrán encontrado con pueblos de mejorado aspecto según los gustos estéticos de sus autoridades municipales. El que no tiene grandes maceteros de flores, ha ensanchado sus aceras, reconstruido los soportales o enjalbegado las fachadas. Todo ello gracias a los 8.000 millones de euros distribuidos por el gobierno entre los ayuntamientos, que han ayudado a que las cifras de paro no siguieran subiendo de forma tan alarmante. Las vacaciones harán el resto y, a la vuelta, ya veremos. A lo mejor, hay suerte y la recuperación empieza en Estados Unidos, lo que permitiría predecir que el próximo año llegará a nosotros. En cualquier caso, lo peor ha pasado, es el mensaje subliminal que lanzan todas las terminales del gobierno.
¿Es esta la forma de afrontar la «mayor crisis desde la de 1929», como la definen los expertos? ¿Es ésta la «economía sostenible» que anunció nuestro presidente? Incluso los legos en la materia saben que no, que unos maceteros vistosos, unas aceras más amplias o unas fachadas enjalbegadas no resuelven la crisis, ni el paro, ni los problemas estructurales de la economía española. Pueden crear unos miles de empleos aquí y allá mientras duran esa «obritas», pero cuando se acaben, las cosas volverán adonde estaban, o a peor, al haberse agravado los problemas de fondo. Los 8.000 millones son la continuación de los 400 de propina fiscal y de los 2.500 del cheque-bebé, pagados ahora a los mayores derrochadores, los ayuntamientos, alguno de los cuales habrá dejado parte para las fiestas mayores, tampoco un remedio de la crisis, pero siempre mejor que se lo embolse alguien. Ahora que de economía productiva, ni rastro. Economía subvencionada, y va que arde, en la que es experto el Tercer Vicepresidente, sobre todo a empresas donde trabaja su hija. Convertir España en una inmensa Andalucía, ese parece ser el plan del gobierno frente a la crisis.
Lo que nos confirma que sigue convencido de que basta aguantar para salir de ella. ¡Menuda bofetada le van a dar en nuestra cara! Esta crisis es distinta a todas. Es como una guerra, tras la que nada será igual. Habrá vencedores y habrá vencidos. Los países que hayan hecho sus deberes subirán, y los que no los hayan hecho descenderán. El nuestro, en vez de hacer los ajustes necesarios -con austeridad en el gasto- y las reformas urgentes -como la laboral-, sólo sabe gastar más. Tras los regalos a los contribuyentes, a las parturientas y a los ayuntamientos, llegará el turno de las Autonomías, con un nuevo modelo de financiación, parecido a una tómbola donde hay premios para todos. A fin de cuentas, endeudarse es progresista. ¿O era bajar los impuestos? Uno tiene ya tal lío que no distingue la derecha de la izquierda.
JOSE MARIA CARRASCAL en el diario ABC
_________________ la felicidad puede ser la resultante de la verdadera concordia entre nuestra fortuna y nuestra forma de vivir
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