Yo soy así, ni más chica ni más grande,
no tengo el cuerpo de una actriz,
ni cubro mi cabeza con enjambres,
pero la tengo repleta de ilusiones y
el cuerpo repleto de coraje.
Calzo mis pies con zapatos baratos,
y visto ropas, que compro en los alambres,
esos que ponen los días de domingo,
cuatro estranjeros y...algún que otro mangante.
Salgo las tardes frías del otoño,
a pasear por los bosques del hambre,
por ver si encuentro en la maleza,
allí, por donde nunca pisa nadie,
cualquier cosa, que me alimente el alma.
Y dejo anochecer, pisando firme,
las hojas secas, que no se llevó el aire,
para volver, sobre mis lentos pasos,
donde la luna refleja su talante y
rompo el espejo donde se dibuja,
y con sus aguas, refresco el gaznate.
Regreso lenta hacía la árboleda,
esa que muestra, de ladrillo mate,
luces difusas, pequeñas siluetas,
gentes que corren, siempre hacía adelante.
Sin ver que atrás, se quedan los bosques,
los bosques del hambre.
sin hojas que cubran su silueta,
sin pan que alimente su aire
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