Mujer que mucho presume de ser honesta parece que necesita afirmarlo para sentirse inocente.
Pues yo conozco señoras que alardean de decentes mientras su pobre marido luce “joyas” en la frente.
El honor entre las piernas no se encuentra muchas veces, sino en ser fiel a sí misma. Son los prejuicios de siempre.
El portarse con mesura, no dando nunca la nota, ni andar en charlas triviales, ¡es lo que en verdad importa!
Que de charlas inocentes salen relaciones rotas. ¡Si lo sabré yo, Virgen Santa, que viví tantas historias!
A relatarlas me niego, pues las guardo en mi memoria. Simples mujeres son grandes y hay damas de baja estofa.
Mucho presumir es malo, pero engañar al marido es peor; aunque, a menudo, hay cabestros consentidos.
Una venía a Madrid “para admirar monumentos”. Los monumentos, ya saben... ¡Y eso que no soy Robert Redford!
Pero no quiero aburrirles con demasiados detalles. Así que cierro la boca, mejor será que me calle.
No sea que una serpiente me inocule su veneno. ¡Dios me salve de tal cosa! Prefiero guardar silencio.
Que caballero es aquél que sus secretos se calla y no alardea jamás de antiguas de amor hazañas.
_________________ La gloria es de quien la busca; la suerte del que la encuentra.
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