El pelo, por rebelde viento mecido,
resbala de la frente hasta la barbilla,
ora los ojos tapa en ágil fruncido,
ora los labios y también la mejilla.
A su capricho estoy, por tanto, vencido,
por los vaivenes de la vaga mantilla,
al no lograr de tu mirar ser uncido
ni de tu boca el ósculo con hembrilla.
He de pedir a Eolo pare el ciclón,
y lo convierta en suave y plácida brisa,
para que pueda ver con clara visión
tu cara, donde se dibuja deprisa,
de labios rojos, el galán corindón
y con los ojos índigos tu sonrisa.
30 Enero 2008.-
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