<center>En la orillita del mar donde las olas rompen espumosas me siendo en mi sillón a meditar.
Y observo a una medusa que pasa por delante gozando de los rayos del dios sol. Y mientras, la gaviota revolotea buscando la caballa con su plácido volar rasando el agua.
El viento es fresquito, de levante y allá lejos se divisan varias barcas pescando besugos.
Como el sol pica me remojo los pies para refrescarme. Pero la agonía de lo insólito me estremece. Son dos metros nada más, pero si la araña me acomete habrá un cojo más en el pueblo.
Y medito.
El mar es peligroso. Guarda medusas, arañas y chapapote. Y congrios de dos metros. Decididamente no me mojo los piés, es un peligro.
Recojo mi sillón y marcho a casa. He pasado una mañana deliciosa de playa.
El agua estaba cristalinamente asquerosa. Del desagüe del pueblo de al lado.
Del nuestro ¡nooooooooo! Tenemos un emisario de mil metros. Claro que tiene un agujero a los cincuenta.
Pero nos han dado una bandera azul, así que el agua es muy limpia.
Si me dan diarreas es culpa del agua de Lanjarón. De la playa, nooooooo.
Ahora, a casita.
Hay que cruzar un sitio que apesta a perros muertos.
El Alcalde dice que eso es un invento de la oposición, pues allí solo está la boca del emisario submarino que, como ya hemos dicho, tiene su agujero a 50 metros en el mar.
Hay algunos que se desmallan al pasar por allí.
Otros vomitan. Y es que la gente no vale un duro
Yo doy una pequeña vuelta de cinco kilómetros y entro en el pueblo por la sierra.
Se huele a pinos.
Decididamente esta playa es una maravilla.
No tiene ni arena. Solo tierra y hay lo menos tres palmeras.
Bueno, ya me he cansado de escribir. Hay que pensar mucho.
Adios, amigos
Antonio</center>
_________________ Paz y Amor para todos
Antonio
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