Pensando si en verdad yo fui el culpable tendré que confesar que algo de culpa sí tuve por tratar de ser amable y en nada eso me sirve de disculpa.
Pequé por mi talante aventurero, muy amigo de caprichos y amoríos; mas, lejos de mentir, le fui sincero: Le hablé sobre mi estado y de los míos.
Capaz de aprovecharse de tal cosa la “dama” fue en cuestión. Y su veneno, letal cual de serpiente venenosa, dejó mi corazón de rabia lleno.
Personas de esta guisa hay en el mundo. Debiéramos llorar que hayan nacido; pues tornan un jardín en algo inmundo con sólo respirar, en un descuido.
Tendré que reparar mi gran torpeza dejándome de falsas amistades, sentar ya de una vez bien la cabeza y a nadie volveré a contar verdades.
Mejor guardar silencio, por si acaso, y nunca ya jamás dar confianzas; pues sé que mi derrota y mi fracaso provienen de “amistosas” esperanzas.
_________________ La gloria es de quien la busca; la suerte del que la encuentra.
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