Montes de Granada hermosa, jazmines que hay en la vega, ojos de mujer moruna, al irme me voy con pena.
Tierra que vio a Federico componiendo sus poemas, hechizo de bellas noches, suspiros entre tinieblas...
Es el rey moro quien gime, quien llora, quien se lamenta, tras su obligada partida, despojado de su hacienda.
Esta tarde, en breve rato, he de partir y aquí queda, sin dejar amor ninguno, el alma de amores llena.
Aguardo volver a verte y espero que cuando vuelva sigas tan bella y hermosa. Adiós, Granada serena.
No me extraño de las luchas, nada me extrañan las guerras que mantuvieron los moros y los cristianos, sin tregua,
por conseguir tus vergeles, por conquistar tu belleza, por ser dueños de tus fuentes, de tu Alhambra, tus callejas.
Adiós, Granada, ya parto. Veo un tren que va a Marchena; un poco tarda aún el mío, que va a tierras madrileñas.
Magerit también fue mora, algo de tu sangre lleva, pero no tiene el encanto de tus mujeres morenas.
Y aunque castizo de estirpe, por muy chulapo que sea, siento en el alma honda envidia de quien se queda a tu vera.
Adiós, Granada querida; ya comprendí que un poeta bajo tu sol alumbraras. ¡Que él me transmita su emblema!
_________________ La gloria es de quien la busca; la suerte del que la encuentra.
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