Cuando estás dormida, descansando a mi lado en el lecho, y yo, sin poderme dormir, me encuentro despierto, mis ojos contemplan tu cara con dulce embeleso.
Cuando estás dormida, gozando del tierno placer de tus dulces sueños, me acerco a tu rostro sin ser descubierto y aspiro anhelante, en tu boca, su fragante aliento.
Cuando velo de noche a tu lado me paso toda ella esperando escuchar de tus labios el suave murmullo, el tierno gemido, de un leve suspiro.
Y sigo las horas y horas velando tu sueño, aguardando impaciente el momento en que muevas, dormida, tu cuerpo y me roces un poco la cara con tu suave pelo.
Ya en la madrugada, cuando nos rodea tan sólo la paz y el silencio, susurro bajito a tu oído, en tono muy quedo... ¡Mi vida, te quiero!
Y pienso, muy quieto abrazando tu cuerpo, ¿Por qué, Dios del Cielo? ¿Por qué no me cabe en el pecho el amor que le tengo? ¿Por qué esta locura de amor me mantiene despierto...?
Solo en la mañana, cuando ya las luces del alba iluminan el lecho, entreabres tus ojos y me miras tranquila, amorosa y estrechas muy fuerte tu pecho a mi cuerpo.
Ese es el momento en que, como loco, con pasión inmensa, te beso, te mimo, te abrazo, te muerdo... y surge de mi alma un rugido que grita ¡Te quiero...!
Ese es el instante en que tú, callada, me ofreces tu cuerpo. Ese es el minuto en que entre caricias, gemidos y besos, tu ser anhelado poseo...
Y cuando, saciados, me dices que ya has de marcharte, te miro, te beso, te digo ¡te quiero...! Y al quedarme ahíto, ya solo en el lecho, soñando contigo, dichoso me duermo...
_________________ Paz y Amor para todos
Antonio
|