En la cabaña que tengo en el monte
oigo el rugido del viento otoñal
cuando en el valle sopla el vendaval
y la negrura mata al horizonte.
Veo en las estrellas bogar a Caronte
por los senderos de luz abismal,
mudo recuerdo del pronto final
que me recuerda en el cielo su Arconte.
Oigo del ciervo su bronca berrea
y a la serpiente reptar suavemente
con su silvar misterioso y liviano.
Esta es la paz que mi alma desea.
Es el reposo que exige mi mente,
lejos, muy lejos, de todo lo humano.
Antonio Pardal
27-septiembre-2006