Alguien me ha querido contraponer el comportamiento del Sr. Botín con el de Ruiz Mateos. Dos grandes empresarios: uno -el Sr. Botín, presidente del Banco de Santander- todo un hombre serio que siempre ha pagado puntualmente a sus empleados y cumple sus compromisos; y otro -El Sr. Ruiz Mateos, dueño de Nueva Rumasa- un fantoche que se viste de Supermán y deja en la cuneta a sus obreros y acreedores.
No es comparable -digo yo- el comportamiento de quien tiene su fortuna unida al interés del Estado y se siente respaldado por él en todo momento, con el comportamiento de quien soporta responsabilidades personal e individualmente, por su propia cuenta y riesgo. La suerte del Estado va unida a la suerte de la banca. Si un banco como el Santander quiebra, peligra con él el Estado porque los impositores sacarían de inmediato los depósitos de todas las entidades y vendría el caos financiero. La banca y el gobierno forman parte del sistema estatal, van unidos en su destino y juegan a lo mismo y por eso el gobierno de turno le insufla a la banca los fondos que le hagan falta, con el dinero del contribuyente, cuando sea menester. Ultimamente, que sepamos 200.000 millones de euros, y ya están preparados otros 100.000 millones para las cajas de ahorro. A Rumasa, ni un céntimo de ayudas. Al contrario, si caen las empresas las sacamos a subasta o se venden al amiguete de turno a bajo precio, éste a su vez la cede a otro con grandes beneficios y a partir la vaca. Vestirse de superman en caso así no es un gesto de megalomanía; es un detalle de ingenuidad angelical porque bien que otro, a lo peor, pudiera haber sacado una pistola.
No trato de eximir a Ruiz Mateos si en su posible caida, que aun no se ha producido, arrastra consigo a otros, pues lo que hasta ahora está haciendo es nadar entre la tempestad a ver si alcanza la orilla. Y ya sabemos que quien peligra ahogarse se agarra a lo que sea o a quienes sean, aunque esten intentando ayudarle, con riesgo de hundirse con ellos. Tiene la responsabilidad del loco, porque solo el loco tiene la culpa de meterse en mas de lo que puede.
Lo que vengo a aclarar es que en este pais siempre salen a relucir dos varas de medir. El Gobierno de España está infringiendo a la sociedad un perjuicio mucho mayor (miles de empresas cerradas y cinco millones de parados) que la posible caida de Nueva Rumasa. Y ahí tienes a Zapatero endiosado. Hoy dice el periódico que van a subir impuestos a los autónomos, en pequeños titulares. Se estan parando muchas obras públicas y despidiendo a obreros porque ni los ayuntamientos, ni las diputaciones ni las comunidades ni el gobierno central tienen fondos para terminar lo emprendido ni seguir embarcándose. Y de todo ésto se pasa en los medios de comunicación como de puntillas. Pero si cae una empresa particular como RUMASA aparecerá con grandes titulares y en primera página. La empresa particular, los autónomos con todos sus defectos, la iniciativa privada, en fin,son quienes pueden sacar a España de la ruina que tenemos y, no obstante, siempre están en el punto de mira de izquierdosos y envidiosos como si fueran el lobo feroz contra el cual hay que tener siempre la escopeta montada.
Nadie es consciente en este pais de que la suerte de cualquiera está ligada al desarrollo y la prosperidad de la empresa en que trabaja. Los salarios deben ir unidos a la productividad. Ha tenido que venir la Merkel a decírnoslo. La productividad, a su vez, es fruto del trabajo, del esfuerzo y la demanda. Si no hay demanda, de poco sirve el esfuerzo, y si no hay esfuerzo de poco vale la demanda. El enriquecimiento del empresario solo se justifica si es en desarrollo de su propia empresa y en beneficio de sus asalariados. No creo que Ruiz Mateos tenga como único objetivo su enriquecimiento personal, porque si eso fuera así ya hace tiempo que se hubiera retirado a vivir la vida placentera. Pero dado en el pais que estamos, con el Gobierno que tenemos, por las circunstancias que atravesamos y su personal experiencia, comprendo que algo se haya reservado para sí en algún paraiso fiscal, porque Ruiz Mateos está loco como un Quijote, pero no es tonto.
Avidad
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