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 Asunto: UN POCO DE HISTORIA DE ESPAÑA
 Nota Publicado: Jue May 18, 2006 10:13 pm 
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Registrado: Jue Ene 26, 2006 11:00 pm
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Pues resulta que acabo de leer un libro del laureado escritor D. Arturo Perez Reverte, llamado "Con ánimo de ofender", en el que se recogen una serie de artículos suyos de finalas de los años 90. No me puedo resistir a la tentación de copiaros uno de ellos, llamado EL SELLO INFAME.

Dice así:


Pues resulta que recibo una carta con sus sellos pegados, y entre ellos hay uno con el careto de Fernando VII (1784-1833). Y me digo: hay que fastidiarse, colega. Con la de reyes que ha habido en esta país, reyes para dar y regalar, y tiene que salir ése en mi carta, oye, el mayor hijoputa que llevó corona. El rey más cobarde, más vil y más infame que hemos tenido en esta tierra donde de monarcas chungos sabemos un rato, y a quien ni siquiera esa cara de atravesado y de borde relamido que le pintó Goya -el sordo sabía mirar adentro- hizo justicia.

He escrito alguna vez que la estupidez, la ignorancia voluntaria, la deslealtad y la mala fe en políticos y monarcas me vuelven intolerante hasta el punto de hacerme añorar, a veces, una guillotina en mitad de una plaza pública. Pero en el caso de Fernando VII esa añoranza mía roza la frustración. Porque ese individuo, que nunca vio su cabeza en un cesto como el idiota de su primo el gabacho gordito, fue un perfecto miserable y un canalla, pero nunca un estúpido. Y su vileza ante Napoleón, la negra reacción en que sumió España tras la expulsión de los franceses, su camarilla de canónigos y mangantes, su persecución de liberales, su desprecio a la Constitución entonces más avanzada del planeta y su despotismo salvaje, no se debieron a impulsos imbéciles, sino a cálculos inteligentes, astutos y cobardes. Fernando de Borbón fue capaz de denunciar a sus cómplices en la conjuración contra Godoy, de lamerle las botas al francés que lo despojaba de un reino, de condenar a muerte a quienes le devolvieron la corona; y todo eso lo hizo sopesando minuciosamente los pros y los contras. Fue como los malvados de las viejas películas, pero peor. Fue un rey malo de cojones.

Recuerdo que hace cosa de un año estuve dándole vueltas al personaje, después de una representación de "El sí de las niñas", de Moratín. Cuando vi a Emilio Gutiérrez Caba interpretar de forma excelente al maduro Don Diego en la última escena del tercer acto -"eso resulta del abuso de autoridad, de la opresión que la juventud padece"- no pude menos que pensar, como me ocurre ahora ante el sello de marras: qué mala suerte, qué desgraciado país el nuestro, siempre a punto de conseguirlo y siempre recibiendo a última hora un sartenazo que lo pone todo patas arriba, que nos arroja de nuevo al abismo. Cuando por fin nos hacemos romanos y hablamos latín y construimos acueductos, llegan los bárbaros. Cuando el Renacimiento y los siglos de oro nos pillan siendo primera potencia mundial, aparecen Lutero y Calvino, viene la Contrarreforma y todo se va tomar por saco. Y cuando por fin nos encontramos ante la gran oportunidad del siglo de las luces y la revolución, y hay gente como Jovellanos y Moratín y Goya, llegan los franceses y nos funden los plomos, y a los lúcidos los convierten en afrancesados. Y encima, sin proponérselo, hacen de un Borbón abyecto un héroe nacional. Y aún así hay militares que leen libros y hablan de soberanía popular y de libertad, y españoles dispuestos a ponerse de acuerdo, aunque sea para degollar franchutes, y políticos capaces de sentarse en Cádiz y hacer una Constitución que es la leche. Y entonces Fernando VII vuelve a recoger una corona que no se ha ganado, y asesorado por curas fanáticos, por correveidiles y lameculos, va y se lo cepilla todo, deroga la Constitución, cierra periódicos y teatros, y ejecuta a los generales y guerrilleros que pelearon por él, menos a Mina, que se larga a Francia, y después a Riego, y al Empecinado, y a Manzanares y a Torrijos y a Mariana Pineda; y Francia e Inglaterra se llenan de exiliados, y aquí se impone la reacción más siniestra, y otra vez, como siempre, a las tinieblas cuando estábamos a pique de levantar cabeza. Y encima, cuando se muere, el tío nos deja de herencia a la chocholoco de su hija Isabelita, que trajo cola. Y de postre, las guerras carlistas.

En fin. Cuando empecé a teclear estas líneas iba a pedir que me ahorren cartas con la jeta de ese rey que maldita sea su estampa. Pero, pensándolo mejor, rectifico. Es bueno recordar que la infamia existe, que siempre acecha un vil mierdecilla dispuesto a cargárselo todo con el pretexto de la religión, la raza, la nación, la lengua o el chichi de la Bernarda. Caciques locales, mercachifles de feria, apostólicos postmodernos, reacciones a quienes ahora no se les cae la palabra democracia de la boca, pero siguen queriendo devolvernos al pozo de las sombras."


Pues resulta que este rey que además de lo que dice nuestro amigo Pérez Reverte era, literalmente, un hijo de la gran puta, pues su madre era la querida del guardia de corps Godoy, a quien entregó todo el poder de España y nombró Príncipe de la Paz, fue el bisabuelo (Alfonso XIII) del abuelo de nuestro actual monarca, que Dios guarde. Ya su abuelo, el ínclito Alfonso XIII, demostró su valor cuando al celebrarse unas elecciones municipales que ganaron los monárquicos aunque en algunas capitales las ganaron los republicanos, cogió las de Villadiego por Cartagena y dejó al país tirado en evitación de que pudiera pasarle lo mismo que unos años antes le había acaecido a su querido primo el Zar de Rusia. Este inteligente rey, cuando el general Franco ganó la guerra, quiso repetir la historia de su antepasado, y le exigió que le devolviese una corona que él había dejado tirada en el barro por puro canguelo.

Nuestro actual monarca, que Dios guarde, le debe la corona que ostenta única y exclusivamente al general Franco y su Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado. Ahora parece ser que se tergiversa la historia y nuestro rey, que para serlo hubo de jurar previamente los principios fundamentales del Movimiento Nacional, le debe la corona a un señor que volvió a España con peluca, a otro que no conocía en aquella época ni la madre que lo parió y se había erigido en Suresnes baranda del PSOE, y a un falangista renegado que alcanzó el poder yéndose a veranear junto al chalet donde lo hacía el almirante Carrero Blanco.

Parece ser también que nuestro monarca fue el factotum principal en la llegada de la ansiada democracia a España, donde unos españoles votan como tres y otros como uno. Para ello tuvo que tener un pequeño lapsus de memoria y olvidar el sagrado juramento que había prestado.

No sé cómo pasará a la historia el nieto del bisnieto del hijo de puta de Fernando VII, si como el rey benefactor que nos trajo la libertad a todos los españoles, libertad que yo personalmente no veo por ninguna parte, o como el último rey que presidió el descuartizamiento de este glorioso país. Esperemos unos años, y si seguimos vivos podremos calificarlo.

Saludos. Antonio.


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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com