No quisiera yo ser excesivamente pesimista respecto al futuro de la economía en nuestro pais, España, en el marco europeo. Pienso que en el barco de la CE vamos navegando todos -franceses, alemanes, italianos, etc- y quisiera creer que mas que en patera avanzamos en trasatlántico por un mar proceloso. Si España está a punto de sucumbir, los compañeros de viaje tratarán de evitarlo y, en caso de mayor peligro, le echarán un cable, por obligación, para tratar de rescatarla, pues en este viaje no conviene que cunda el pánico y, al fin, o nos salvamos todos o nos hundimos todos antes de llegar a ese puerto lejano que sería la consolidación definitiva de los Estados Unidos de Europa con su unidad monetaria, el euro, fuerte y segura en los mercados internacionales.
En nuestro camarote, Zapatero, al frente de todos los españoles, tiene la suerte de sentirse protegido. Lo sabe. Y de ahí su optimismo psicológico. Le han dicho que la soga salvavidas de 750.000 millones de euros ya la tienen preparada otros. Otra cosa es que, a la hora de la verdad, habría que ver si la cuerda es tan gorda o mucho mas fina de lo que dicen, si es resistente o quebradiza. Pero de momento surte su efecto: evitar que cunda la desconfianza. Como también surten su efecto las palmaditas en la espalda a Zapatero de los otros capitanes -Sarkozy, Merkel, etc- que viajan en los otros camarotes del barco al frente de sus respectivos paises representados.
Ahí, en ese barco, a ningún capitán le interesa que cunda la desconfianza entre los pasajeros, pues ante los Armadores de la nave que comtemplan el viaje desde tierra -los mercados bursátiles internacionales- la fiabilidad del buque y la tranquilidad del pasaje es esencial para sus intereses.
Este es el verdadero juego por el cual, a mi parecer, todos estamos siendo engañados, desde dentro y desde fuera de España.
¿Estará íntegro el casco del barco, o estará entrando agua por alguna grieta? ¿Y si la grieta estuviera cerca del camarote en que nos lleva Zapatero?... Esas son mis dudas.
No creo que vayamos todos subidos en una patera, pero tampoco creo en la seguridad del trasatlántico y, mucho menos, del camarote de tercera en que nos ha metido Zapatero.
Avidad
_________________ la felicidad puede ser la resultante de la verdadera concordia entre nuestra fortuna y nuestra forma de vivir
|