Confieso que después del triste episodio vivido por los españoles con el secuestro del Alakrana, un servidor estaba convencido de que, el día en que se produjera la liberación, el Gobierno se iba a limitar a hacer mutis por el foro, tras emitir una nota de trámite dando cuenta del final feliz del episodio. Porque ha sido tanta la vergüenza, tanto el oprobio al que un grupo de saqueadores salidos del túnel del tiempo de la Edad Media ha sometido a este país, que pensaba yo que nadie, ningún dirigente político en su sano juicio, iba a pretender sacar pecho y obtener alguna rentabilidad del desaguisado.
Me equivoqué, porque uno siempre se equivoca con Zapatero. El desparpajo del personaje supera toda barrera que imponga el sentido del ridículo o aliente la más leve reserva de dignidad moral. El presidente ha vuelto a demostrar que es un auténtico good for nothing, que dicen los británicos, es decir, un insolvente, sin que ello sea óbice o cortapisa para que pretenda sacar petróleo electoral hasta debajo de las piedras.
Tras echarse a dormir durante semanas, el Ejecutivo tocó a rebato cuando, después de que los bucaneros llevaran a tierra a tres de los pescadores bajo amenaza de muerte, alguien advirtió en Moncloa, tal vez él mismo se dio cuenta, que el caso podía convertirse en una bomba de relojería para el Gobierno desde el punto de vista electoral, que es el único criterio que respeta ZP. Se creó entonces a toda prisa un gabinete de crisis, cuya presidenta se fue al día siguiente de viaje a Argentina, porque el asunto no corría prisa, ya saben, y porque –y ésta es la clave de lo ocurrido- lo prioritario era que el marrón se lo comiera otro, de modo que a mí no me salpique la mierda.
El secuestro ha puesto en evidencia el escaso prestigio de nuestro país en la esfera internacional, la incompetencia de nuestra diplomacia al mando de ese señor “tan eficaz” (ZP dixit) llamado Moratinos, la ausencia de talento ejecutivo del Gobierno que dice gobernarnos, la división entre sus ministros/as, las contradicciones inherentes a un Ejército que ha sido convertido por ese mismo Gobierno en una gigantesca ONG, la ineficacia de nuestros servicios dizque de inteligencia, y la falta de pulso del país en general, oposición incluida, para afrontar situaciones límites de fuste con el vigor y determinación de que haría gala todo país desarrollado que se precie.
Al final no hemos hecho otra cosa que pagar el rescate, el que los piratas habían pedido, de 4 millones de dólares. Sabemos que quienes han negociado en nombre del Gobierno de España no han regateado. Lo contrario hubiera sido un milagro. Lo asombroso es que los piratas no hayan pedido 8, 12 ó 18 millones de dólares, porque estamos seguros que Zapatero hubiera dado orden de pagarlos de inmediato, de donde se infiere que es mentira que los somalíes lean medios españoles y sepan de qué va la vaina en España, porque si supieran de qué pasta está hecho el sujeto, qué clase de carácter pétreo adorna al gobernante al que han tenido que enfrentarse, entonces, ya digo, hubieran exigido el oro y el moro y hasta la hijuela nos hubieran sacado.
Ahora será necesario escenificar un paripé de juicio con los dos piratas detenidos en España, para devolverlos sanos, salvos y cuanto antes a sus lares de polvo y arena, tal y como se ha comprometido el Gobierno a hacer. Parodiando la famosa frase pronunciada por Madame Roland camino de la guillotina, ¡Justicia, Justicia, cuántas tropelías se comenten en tu nombre! Lo cierto y verdad es que una banda de salteadores se ha llevado por delante la dignidad del Estado y la independencia, si alguna le quedaba, de nuestra Justicia, siempre sometida a los caprichos de jueces ansiosos de notoriedad y focos.
“Los únicos responsables son los piratas”
Mención especial merece la rueda de prensa que ayer tarde protagonizó la vice. De la Vega leyó un texto con muchos errores de dicción, para responder después a las preguntas de la canallesca en plan estricta gobernanta. Dura. Cabreada. Crispada. Justificando siempre la impericia del Gobierno, su clamorosa impericia. Escapan los piratas con la pasta y a la pregunta de por qué no han intentado trincarlos, con las fragatas de la Armada al lado, responde la Doña que “si supiéramos donde están, tenga usted por seguro que ya les hubiéramos cogido…” Lo que ha salvado a los pescadores ha sido “la acción concertada y combinada del Gobierno”. ¿Hace el Gobierno alguna autocrítica? Respuesta: “Los únicos responsables son los piratas”. Para reír o no parar de llorar.
Gran victoria, pues, la que acaba de obtener Zapatero y su Gobierno. Un éxito que consiste en tender puente de plata a los malhechores, ceder y retroceder en todo, pasar por el aro y agachar la testuz. Los piratas ya saben, a pesar de contar ahora con guardas armados a bordo, qué barcos tienen que tratar de abordar: aquellos que enarbolen pabellón español, perdón, vale decir de Euzkadi, que ésa es otra, porque allí irá raudo nuestro Zapatero a sacarles de apuros con el zurrón de la pasta listo para repartir entre los desheredados del desierto somalí. ¿Será esa la Alianza de Civilizaciones?
De modo que el personaje tiene motivos para sacar pecho. España ha alcanzado las más altas cotas de indignidad y ninguneo internacional. Ocurre que hay veces en que es preciso comerse colectivamente este tipo de marrones. Lo que no se puede consentir es que encima alguien pretenda venderte el desastre con un éxito, como ayer intentó hacer un personaje que a su incuria añade una falta de escrúpulos monumental. A más a más, el susodicho insistió ayer en pedir prudencia a los medios, es decir, ordenar silencio, ese tipo de silencio cómplice que en este episodio ha mantenido también la oposición.
Que sepa que si en este diario lográramos enterarnos de algún detalle relevante de lo sucedido, lo publicaríamos de inmediato. Porque es nuestra obligación y porque constituye la única forma honorable que conocemos de hacer frente a la realidad como hombres libres que somos: contando la verdad. Y si algún miembro de los servicios secretos españoles se anima a contar algo, ya sabe dónde encontrarnos. Lo que no podemos permitir es que a la humillación el señor presidente añada la burla. A eso no vamos a jugar. Y, por supuesto, calurosa enhorabuena para los marineros liberados, españoles y extranjeros, y para sus familias.
"EL CONFIDENCIAL"
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