FOTOMUSICA

Amigos/as del foro:
Se me ha ocurrido repasar un poco la historia de España desde el año 1931 en que se instauró la II Republica, hasta el 1936 en que comenzó la guerra civil española. Y he advertido la constante política de enfrentamiento que se da siempre entre los españoles y que, por desgracia, parece que continúa en la actualidad.

Es bueno que en democracia las ideas respecto al gobierno de una nación estén representadas por los diversos partidos que configuran su arco parlamentario, pero son tantos los intereses en juego entre unas regiones y otras, entre capas sociales distintas y entre factores de toda índole, que quizas, porque tengamos el temperamento demasiado fuerte, o porque las diferencias económicas y socio-politicas entre nosotros sean muy diversas y contrapuestas, siempre hemos estado enfrentados.

Fue en el verano de 1930 cuando, en el llamado Pacto de San Sebastián, las diversas fuerzas sociales de izquierdas posibilitaron una acción conjunta antimonárquica. A partir de 1931 quedó claro que el descontento popular iba orientado contra la monarquía y en pro de una República. Antes de que dicho pacto pudiera plantearse como una alternativa pacífica a la monarquia, la guarnición militar de Jaca, al mando del capitán Fermín Galán y del teniente García Hernández, protagonizaron una sublevación contra el Rey que hubo de ser sofocada. Ambos fueron ejecutados y todos los firmantes del pacto de San Sebatián, encarcelados. El Rey (Alfonso XIII) decidió poner a prueba la opinión pública y convocó unas elecciones municipales que finalizaron con el voto favorable a la República. Esto originó la salida del Rey rumbo al exilio y la proclamación de la II República en España, pasando los firmantes del pacto de San Sebastián, desde la cárcel, a formar parte del primer gobierno, presidido por D. Niceto Alcalá Zamora y secundado por Miguel Maura, Fernando de los Rios , Casares Quiroga, Alvaro de Albornoz, Marcelino Domingo y Manuel Azaña.

Menos de un mes después de la proclamación de la República renació el catalanismo político. Su líder, Francesc Maciá, intentó proclamar la República Catalana Independiente, y, por otro lado, tras un enfrentamiento entre monárquicos y republicanos, se produjeron disturbios callejeros que dieron motivo a que los partidarios de la República prendieran fuego a siete iglesias en Madrid. La policía republicana no hizo nada para evitar la quema de conventos. Manuel Azaña, futuro presidente de la Repuública, dijo ese día: "todos los conventos de Madrid no valen la vida de un republicano".

El 28 de Junio de 1931 se celebraron elecciones que dieron la mayoria de los escaños a socialistas y republicanos y D. Manuel Azaña fué elegido presidente de la República.

Durante dos años, hasta fines de 1933, D. Manuel Azaña intentó numerosas reformas que, como no podía ser menos en España, resultó tarea complicada. Se agrandaron las diferencias entre unos que creían que esas reformas eran demasiado radicales y otros que, por el contrario, las encontraban demasiado moderadas y lentas.

El problema de la Iglesia, el problema social, el problema regional, el problema militar, el problema agrario fueron causa del rotundo fracaso de las reformas promovidas por D. Manuel Azaña en este bienio no exento de disturbios y violencias.

A lo largo de estos años la República se dedicó a promulgar leyes destinadas a acabar con la influencia de la Iglesia en la Sociedad. Disolución de la Compañía de Jesús y confiscación de sus bienes, matrimonio civil, divorcio, prohibición de la enseñanza a las órdenes religiosas. En un pais donde la mitad de la población era analfabeta la república tenía que romper el control de la Iglesia para crear un moderno control de enseñanza laica, con escaso presupuesto para la construcción de escuelas.

En lo social el anarquismo luchaba contra el gobierno por una sociedad libre e igualitaria, sin Dios, sin amos y sin propiedad privada. Francisco Largo Caballero fue nombrado Ministro de Trabajo durante el primer gobierno de la República.

En cuanto al problema regional, el clima de libertad provocado, incentivó el deseo de soberanía de Cataluña y el Pais Vasco, como no podía ser menos El gobierno central accedio a que se celebrara un plebiscito en Cataluña para su anhelado estatuto de autonomía, que dió un resultado altamente favorable. En verano de 1932 el estatuto se convirtió en ley y se constituyó un nuevo gobierno catalán, la Generalitat.

Frente a las aspiraciones autonomismas de algunas regiones españolas, el Ejército se mostró como la institución mas ofendida por las pretendidas reformas republicanas. España habia perdido todas las colonias de ultramar y muchos militares estaban alarmados ante las perspectivas de autonomías regionales. La llamada "Ley de Azaña" permitía el retiro, con el sueldo íntegro, de todos los generales y oficiales que no quisieran prestar juramento de fidelidad a la República. El 10 de Agosto de 1932 el general Sanjurjo se levantó contra la República en Sevilla. El golpe fue contenido y el general Sanjurjo encarcelado, pero el descontento era creciente entre las fuerzas armadas.

El problema agrario era uno de los mas complicados. Los trabajadores del campo, mal pagados y mal alimentados, esperaban que las reformas agrarias fueran drásticas e inmediatas. Andalucía era una región de contrastes sociales y económicos, de latifundios y grandes terratenientes. Pronto se demostró que la reforma era prácticamente imposible y solo sirvió para desilusionar a muchos jornaleros e irritar a los terratenientes. Se iba creando un clima de violencia revolucionaria. Los pueblos de Arnedo, Casas Viejas y Castiblanco fueron exponentes de la situación creada. En Castiblanco estalló una huelga el 31 de Diciembre de 1931. Al ir a disolverla, el pueblo reaccionó violentamente matando a cuatro números de la Guardia Civil. En Arnedo murieron siete trabajadores y quedaron heridos treinta mas al disolverse a disparos de la Guardia Civil una manifestación ante la casa consistorial del pueblo. Peor fue en Casas Viejas (Cádiz). Los campesinos, tras declarar el comunismo libertario, asaltaron el cuartel de la Guardia Civil y asesinaron a varios números. El Gobierno fue acusado de complicidad y en este clima de violencia y desempleo los socialistas abandonaron el gobierno de Azaña y la crisis desembocó en las elecciones de 1933.

El fracaso de Azaña motivó que la República, proclamada por una base social izquierdista, tuviera que girar hacia la derecha. En las elecciones celebradas en Noviembre de 1933, las izquierdas acudían desunidas. Los partidos de centro-derecha (CEDA, Partido Radical, Partido Agrario, Partidos Monárquicos, Lliga Regionalista, Falange Española y otros) obtuvieron el triunfo por amplio margen de escaños en el parlamento y se nombró nuevo gobierno presidido por José María Gil Robles. José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, obtuvo acta en las Cortes, representando el ala mas radicalizada de la derecha, al mismo tiempo que lo hacía Cayetano Bolívar por parte del PCE (Partido Comunista de España) como exponente de la izquierda mas avanzada. Falangistas y comunistas en la misma cámara era la prueba mas evidente de que la sociedad española estaba entrando en una fase de radicalización.

En un entorno europeo donde las dictaduras reemplazaban a las democracias, los socialistas temían que lo mismo ocurriera en España y veían tras José María Gil Robles la sombra del fascismo. Para calmarles se formo un gobierno de centro presidido por el jefe del Partido Radical, Alejandro Lerroux. Mientras tanto, la sustitución de las escuelas laicas por las religiosas se pospuso, la reforma agraria se abandonó y se prudujo una amplia amnistia para los conspiradores de 1932. Tras varios cambios en la presidencia del Gobierno, en la que se alternaron Ricardo Samper, Alcalá Zamora, Lerroux y Gil Robles, los socialistas seguían creyendo que Gil Robles era otro Mussolini y se levantaron contra el poder constitucional.

En Madrid la UGT declaró la huelga general y en Barcelona el presidente de la Generalitat, Lluis Companys, proclamó el "Estado Catalán". Pero esta situación fue rápidamente sofocada, excepto en Asturias, donde se produjeron violentos combates. Para acabar con la rebelión el Gobierno tuvo que llamar a las tropas coloniales, los moros y la legión, que, dirigidos desde Madrid por los generales Manuel Gouded y Francisco Franco, y apoyados por la aviación, liberaron Oviedo. Gijón cayó el 10 de Octubre y en quince dias la rebelión se podía dar por sofocada.

Casi 2000 personas murieron en la revolución asturiana. Diferencias entre Gil Robles y Alcalá Zamora respecto al castigo de los rebeldes que promovieron la revolución de 1934 y un asunto de "estraperlo" atribuido a Lerroux dejaron mal parado al Partido Radical, que se desmoronó, y el presidente de la República tuvo que disolver por segunda vez las Cortes. Las nuevas elecciones quedaron convocadas para el 16 de Febrero de 1936.

La larga campaña electoral que tuvo lugar entre el 4 de Enero y el 16 de Febrero de 1936 se prometía como una de las mas duras de la historia de España. La unidad de las izquierdas quedó plasmada en el Frente Popular, coalición izquierdista formada ante las elecciones de 1936 principalmente por el Partido Comunista y otros. Oponiéndose a éstos se formó el Frente Nacional cuya cabeza mas visible era la CEDA de Gil Robles, presentándose como la única y última alternativa de defensa ante una inevitable revolución bolchevique. La Falange quedó fuera de la coalición de derechas porque no hubo entendimiento entre José Antonio Primo de Rivera y Gil Robles, hecho que marcaría el desarrollo posterior de la Guerra Civil.

Los resultados de las elecciones, dados a conocer el 20 del mismo mes de Febrero, fueron los siguientes:
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Electores..................13.553.710
Votantes.....................9.683.335 (71,4%)
Frente Popular............4.654.116 (34,3%)
Frente Nacional..........4.503.505 (33,2%)
Centro y vascos.............525.714 (5,4%) </center>

Tras las elecciones, el partido comunista fue el que experimento mayor crecimiento. En Asturias, Dolores Ibarruri "La Pasionaria" abrió las puertas de las cárceles donde se alojaban gran parte de los revolucionarios de 1934. Las huelgas, las invasiones de tierra, los conflictos sociales y laborales amenazaban mas que nunca el orden constitucional.

Desde la derecha Gil Robles cayó en desgracia. Las esperanzas de la España conservadora se centraban ahora en un líder nuevo y carismático, D. José Calvo Sotelo. Unos 1500 militantes de las juventudes de la CEDA abandonaron el partido y se unieron a un movimiento mas combativo, la Falange, que había sido fundada en 1933 por José Antonio Primo de Rivera.

En 1934 la Falange se fusionó con las llamadas Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas (JONS). La Falange Española y de las Jons fue siempre un partido minoritario que ni siquiera obtuvo escaño en el parlamento tras las elecciones de 1936. Debido a ello y ante la creciente espiral de violencia, José Antonio Primo de Ribera, que no tenía inmunidad parlamentaria, fue detenido y las oficinas de Falange clausuradas. Aun así, la violencia y los crímenes políticos fueron en aumento tanto por parte de la izquierda como de la derecha.

El presidente de la República, Alcalá Zamora, pidió nuevamente a D. Manuel Azaña que formara gobierno, pero nada podía ya detener las pasiones políticas. En las ciudades los puños y las pistolas habían reemplazado al debate político y en el campo la violencia se había convertido en el último recurso para escapar de la pobreza. En Extremadura la paciencia de los jornaleros extremeños se había agotado. En un solo día, el 25 de marzo de 1936, unos 60.000 jornaleros ocuparon casi 3.000 fincas. Los terratenientes ya no temían sólo por sus posesiones sino por sus vidas. El descontento popular tenía el signo opuesto en Navarra, donde los campesinos, profundamente conservadores, estaban dispuestos a defender a Dios, la Patria y el Rey. Los carlistas ahora se disponían a enfrentarse a la República que consideraban roja y atea.

Para un número creciente de militares el golpe de estado era la única forma posible de restablecer el orden. Advertido de las conspiraciones militares, el gobierno decidió mandar a los generales mas abiertamente derechistas fuera de la Península. El general Franco fué enviado y Canarias y el general Mola a Pamplona, donde se convirtió en el cerebro del complot.

En el gobierno dimitió Alcalá Zamora como presidente de la República y ocupó su puesto D. Manuel Azaña, pasando la jefatura del gobierno a otro republicano, D. Santiago Casares Quiroga. Los discursos inflamados del líder socialista Francisco Largo Caballero contribuyeron a la radicalización de las masas. Las autoridades republicanas se mostraron nuevamente impotentes ante la ira anticlerical de algunos sectores de la sociedad.

A mediados de Junio se produjo la fusión entre los movimientos juveniles socialistas y comunistas que dio lugar a las JSU (Juventudes Socialistas Unificadas) formadas en su mayoría por dirigentes socialistas como Santiago Carrilo, pero cuya línea política era claramente comunista.

Entretanto el general Mola desde Pamplona planeaba el golpe de estado. Tanto José Antonio Primo de Rivera, desde la cárcel de Alicante, como los carlistas de Pamplona, tras algunas divergencias, mostraron su apoyo, pero un hecho crucial adelantó los acontecimientos. En la noche del 12 al 13 de Julio de 1936, tanto el teniente de la Guardia de Asalto republicana, José Castillo, como el líder de la oposición, D. José Calvo Sotelo, fueron asesinados por extremistas de un signo y de otro.

El gobierno de Santiago Quiroga parecía no tomarse en serio la situación. Temeroso de perder la ocasión de mantener el orden se negaba a entregar las armas al pueblo, limitándose a decir que estaba seguro que no ocurriría nada.

El 17 de Julio de 1936 nada podía ya salvar a España de la Guerra Civil.

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REFLEXION </center>

Antes de que Alfonso XIII abandonara palacio rumbo a su exilio, dejo a los españoles esta proclama:

"Las elecciones celebradas el domingo, me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo [...]. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro, en fraticida guerra civil [...]. Espero conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del poder real y me aparto de España, reconociéndola como única señora de sus destinos."

Han sido necesarios todos los sucesos relatados anteriormente, mas la guerra civil española y 30 años de franquismo para que el nieto de Alfonso XIII, el rey D. Juan Carlos, asumiera de nuevo la Corona al frente de un régimen democrático y constitucional. Hoy por hoy el Rey es el símbolo de la unidad de España y la monarquía es la institución moderadora y apaciguadora de los desencuentros políticos entre las distintas facciones que constituyen el arco parlamentario nacional.

En un entorno socio económico e internacional muy diferente a tiempos pasados, la España de hoy no está libre de los grandes problemas a que se enfrenta. Los anhelos separatistas, el terrorismo, la crisis económica a las puertas de unas nuevas elecciones, etc. deben hacer reflexionar a cualquier persona consciente de lo que en el ámbito político nacional está en juego. Los demonios de siempre siguen estando vivos. Las dos Españas de siempre siguen presentes. No hay mas que oir a nuestros políticos. Mas que exponer sus programas y alternativas se limitan a lanzarse insultos unos a otros, con la misma pasión que en tiempos pasados, dejando entrever que aun es posible, en futuro mas o menos lejano, la involución hacia formas de gobierno que tan malos recuerdos dejaron en nuestra propia historia.

Dada nuestra idiosincracia nacional, latina y violenta, como queda demostrado, creo sinceramente que, en las actuales circunstancias, sean cual fueren los resultados de unas elecciones, ningún político de derechas , por muy moderado que fuese, podría coaligar con los partidos de izquierda si no es cediendo enteramente a sus pretensiones, que siguen y seguirán siendo las de siempre, las de antaño: el laicismo, el adoctrinamiento politico para mantener sus intereses, la división territorial y económica de nuestra geografía y el involucionismo de sus añoranzas.

Si esto lo consiguen y es lo que el pueblo quiere como en el año 1931, que ¡Dios salve al Rey! y que a otros nos pille confesados.


Un saludo cordial de quien desea ser vuestro amigo

Avidad