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Vimos semanas atrás en la prensa la cara de Obama, Berlusconi y Medveded, sonrientes y satisfechos tras los acuerdos para arreglar el mundo, reunidos en Londres los grandes mandatarios del G-20, a quienes por toda solución a la crisis global han tenido la ocurrencia de dotar al FMI (Fondo Monetario Internacional) de UN BILLON DE DOLARES más, que hemos de pagar entre todos, para que los Bancos del mundo solventen sus problemas de liquidez, ahora que los pobrecillos están en la ruina cuando durante un tiempo atrás se estuvieron enriqueciendo con miles de millones de dólares o euros cada año, que posiblemente repartieran entre sus mandatarios, asesores y accionistas que, con inmensas fortunas intocables y fortificadas, se hallan agazapados, mientras que los políticos de todo el mundo recurren a la contribución y al esfuerzo de la ciudadanía para sacar del apuro a las entidades financieras.
Resulta que la gran preocupación de nuestros dirigentes (los del mundo globalizado) no es la diferencia entre paises ricos, desarrollados, y paises pobres subdesarrollados o en la miseria, sino la salud del sistema financiero en una economia capitalista de libre mercado. Cuando "estornuda" el rico ya no puede ayudar al que agoniza. Y así nos va. El egoismo es la norma, no solo a nivel individual, sino a mundial.
Es indudable que durante pasados años hubo un crecimiento económico en Occidente. A resultas de ese crecimiento, sin embargo, la riqueza no ha sido repartida equitativamente entre nosotros mismos. Mientras unos se han enriquecido fabulosamente, otros han permanecido escasa o nulamente favorecidos. Siempre hubo y habrá en el mundo pobres y ricos, tanto en cuanto a personas como pueblos, lugares, regiones o paises.
Lo que ocurre ahora en Occidente es que el crecimiento económico basado en el consumo y la especulación ha fracasado, porque la pirámide de la inflación tocó techo. Concretamente en España, comprar un piso, venderlo a los tres meses y ganar alegremente mas que un obrero trabajando en todo el año, se ha acabado. Recalificar un terreno y enriquecerse en cuatro dias, poniendo la mano para conceder licencias, parece ser que también se está acabando. Y -claro está-, cuando salen a relucir ahora tantas comisiones ilegales y prevaricaciones, y cuando el dinero no fluye alegremente, el consumo disminuye y se resienten las empresas, aumenta el paro y aparece la recesión, o sea la marcha atrás.
Mejorar, marchar hacia adelante siempre es el deseo muy humano de todos y cada uno de nosotros. Retroceder, apretarse el cinturón es detestable, pero esta necesidad -y ahí está lo malo- la notarán siempre los mas débiles, antes que los mas pudientes. El problema de los mas pobres, para los gobiernos, es de un interés secundario. Para que la solución llegue a ellos es necesario fortalecer primero la salud de los ricos (Bancos), y muchos de estos tienen ahora, con Obama y Cia., la oportunidad de aparentar que están enfermos para salir beneficiados a costa de la aportación y el esfuerzo de las generaciónes presente y futuras, porque la picaresca entre los hombres es de naturaleza innata. Hay que alimentar con "ostras y percebes" a los estratos sociales mas altos, a ver si del banquete llegan los "cascarabitos" para los mas bajos. Y este mal arreglo del mundo nos lo ofrecen los políticos de turno, empaquetado con su demogogia, como un "carbón de Reyes" envuelto en brillante celofán.
A esto ha venido a Europa Obama, mientras Zapatero, orgullosamente, le sonríe casi implorándole su bendición.
Avidad
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la felicidad puede ser la resultante de la verdadera concordia entre nuestra fortuna y nuestra forma de vivir
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