El problema es ¿Qué hacemos los que hemos nacido con menos voluntad?
La voluntad crece con su ejercicio continuado. Y eso sólo se logra en la lucha que vamos librando día a día.
La voluntad la podemos comparar con la fortaleza física: unos tienen más fuerza de voluntad que otros; pero sobre todo influye la educación que se ha recibido y el entrenamiento que uno haga.
Una voluntad recia no se consigue de la noche a la mañana. Hay que fortalecer los músculos de la voluntad, haciendo ejercicios repetidos, y que supongan esfuerzo.
Ahora hago esto porque es mi deber; y luego esto otro, aunque no me guste, y en casa cederé en ese capricho, en favor de los que conviven conmigo; y evitaré aquella mala costumbre que no me gustaría ver en los míos; y me propongo luchar contra ese egoísmo de fondo para ocuparme de aquél; y superar la pereza que me lleva a abandonarme en mi preparación profesional, mi formación cultural o mi práctica religiosa.
Ejercítate cada día en vencerte, aunque sea en cosas muy pequeñas.
La voluntad es la decisión firme y libre de alcanzar un objetivo determinado.
Recuerda el refrán que dice que por un clavo se perdió una herradura, por una herradura un caballo, por un caballo un caballero, por un caballero una batalla, por una batalla un ejército, por un ejército un imperio...
Además, muchas veces las personas que apenas tuvieron que hacer nada para superar sus primeros estudios, acaban luego fracasando porque no aprendieron a esforzarse. Y quizá otros, menos brillantes, que se llevaban tantos reproches y que eran objeto de odiosas comparaciones con su hermano o su vecino listo, gracias a su afán de superación acaban haciendo frente con mayor ventaja a las dificultades habituales de la vida.
El motor central de nuestro proyecto de vida es la voluntad.
Camino bien si mi voluntad esta anclada en la firmeza, la decisión y la seguridad de lo que quiero ser. No es suficiente saber lo que se quiere; se necesita una fuerza interior que traduzca mis pensamientos en acciones.
Es necesario evitar la desmotivación, la pereza mental, la impulsividad, el capricho, la superficialidad y el desorden entre otros
Ana María Palacio Araujo
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