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FOTOMUSICABienvenidos a los foros de fotomusica |
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Ana
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Asunto: El valor de las cosas Publicado: Vie Jul 06, 2007 3:05 pm |
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Recuerdo cuándo era niña, tenia una amiga que estaba rodeada de todo, no e faltaba el más mínimo detalle, cosa que pedía cosa que le daban.
Yo siempre soñé con tener una bicicleta, y todos los años al llegar la época de navidad, escribía mi carta a los reyes, pidiendo la ansiada bicicleta.
En aquellos años, os hablo de cincuenta atrás, del siglo pasado ¡vamos!
entonces eran los Reyes los que traían las cosas a los niños.
Hasta los nueve años pasé pidiendo mi ansiada bicicleta y creyendo en los Magos de Oriente.
Justo acababa de cumplir los nueve cuándo mi desengaño me hizo madurar de golpe.
Como todos los años llegó el ansiado 6 de Enero y lo mismo que siempre los niños salíamos a la calle, con lo que nos habían dejado sus majestades.
¿Para mí, aquel año fue como todos, cuatro cacharros de cocina, un plumier con lápices para el colegio y...como no ¡¡¡carbón!!! esto último para que recordase que no merecía más y no es que en mi casa faltase el dinero, si no que mi madre no era quien disponía de él así que todo era para la niña que tenía dos años y para....no se para quien ni para que.
Como si yo ya no estuviese bien castigada todo el año, aquel día la madre de mi mejor amiga, se ensañó de lo lindo.
Ves nana, los reyes conocen bien a los niños buenos ya Esmeraldeta, le han traído la bici, tú como eres mala, no te la han traído. En aquel momento, odié todo lo que tenía relación con los malditos magos y con toda mi rebeldía a cuestas, llegué a casa hecha un mar de lagrimas.
¿Imagináis, como se puso mi madre al oír como le contaba mi encuentro, con su amiga?
Recuerdo bien que llevaba un delantal, que se quitó sin desatárselo a tirón, se calzó los zapatos y con las llaves del piso en la mano salió como si se la llevase el diablo.
Llegadas al parque, se acercó a la niña, con cara de ángel, cosa que no tuvo momentos antes, le dijo...que! bici más bonita Esmeraldeta ¡¿como ha sido que te la han traído los reyes?
La madre que conocía bien a la mía, se acercó enseguida y quiso calmarla, pero mi madre estaba ya muy calmada, eso era una virtud suya, que cuándo tenia que decir algo, era una balsa de aceite, aunque por dentro fuera un basilisco.
Tranquila Esmeralda, solo me interesaba por la niña, que contenta está con su bici nueva, la niña, saltó, claro es que yo he sido buena, por eso me la han traído.
y en ese momento, vi que si tenia quien me defendiera, mi madre le dijo muy calmada, no cariño, no es que tú hayas sido más buena que nana, nana es la niña más dulce que hay y lo que ocurre, es que tu mamá, tiene las llaves del cajón de la tienda y l saca el dinero para comprar tus caprichitos, yo no tengo dinero, por eso los reyes no le dejaron nada a nana, solo lo que le compró la abuela de sus primos.
La madre se enfrentó a la mía, y después de discutir sin acalorarse, mi madre le dijo, enseña a tu hija el valor de las cosas, y que no porque tu situación sea mejor que la mía o la de otro, la enseñes a menos preciar a los demás niños, ?está claro cariño? dirigiéndose a mi amiga, que sepas que los reyes, hace mucho que se quedaron en Belén, no hay más reyes, que los papás, por eso los pudientes sois buenos y los demás son malos.
Ese día aprendí el valor de las cosas
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Antoniopr
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Asunto: Publicado: Vie Jul 06, 2007 4:45 pm |
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Site Admin |
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Registrado: Jue Ene 26, 2006 11:00 pm Mensajes: 1487
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Muy interesante e instructiva tu narración, Ana.
La primera consideración que se me viene a la cabeza es que hoy día gran parte de los adolescentes cogerían el gran cabreo con sus padres si estos les regalan una modesta bicicleta. Ahora los hijos quieren ciclomotores, motocicletas y hasta automóviles. Si no, se frustran. Lo dice la experiencia de un padre de siete hijos.
Leyendo tu relato he recordado una situación, si no igual, al menos algo parecida, por la que atravesé yo a mis 10 años.
Resulta que en aquellos tiempos el bachillerato duraba siete años. Comenzaba a los 10 y terminaba a los 17. Yo hice mi primer curso antes de cumplir los diez y mi padre me prometió una bicicleta si sacaba el segundo curso en los tres meses del verano de aquel año. Y yo caí en la trampa inocentemente. Me pasé los tres meses del verano de Écija, encerrado en mi casa, a más de 40 grados, estudiando como un loco. No salía ni a la calle, ni al rio a bañarme, ni había para mí sábados o domingos. Había que hacer el trebajo de nueve meses en tres. Y lo conseguí.
Cuando pedí mi bicicleta se me entregó una sacada de un vertedero, repintada, arreglados los radios de las ruedas rotos y casi sin frenos.
Me llevé el desengaño más grande del mundo, pues no ma había acordado de pedirle a mi padre que la bicicleta fuese nueva. Me duró unos tres meses.
Ya no he vuelto a tener más vehículos hasta que me compré una pequeña moto con mi sueldo.
Esto me enseñó dos cosas muy importantes en la vida: el valor de los objetos, y que nunca, nunca, nunca, se debe cerrar un trato o contrato sin dejarlo bien amarrado y aclarado, pues si no, hasta tu propio padre es capaz de llevarte al huerto.
Nunca le he guardado rencor a mi padre por esta "faena". Entonces había muy poco dinero y él lo hizo con su mejor intención.
Ahora tengo hijos a los que compré coches para ir a la universidad y pasearse con sus amigos, que no me miran a la cara porque me casé con Victoria.
No saben valorar el amor y sacrificio de un padre. Ya iran aprendiendo en sus propios hijos.
Un abrazo a todos.
Antonio
_________________ Paz y Amor para todos
Antonio
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Victoria
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Asunto: Publicado: Dom Jul 22, 2007 10:11 pm |
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veterano |
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Registrado: Vie Ene 27, 2006 12:27 am Mensajes: 127
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Hola, Ana.
Bueno, ya sé que todavía no habrás vuelto de Barcelona, pero ya lo leerás a la vuelta....
Me has hecho recordar los problemas que se me presentaban cuando Pedro era pequeño y llegaba la época de los reyes magos. A veces me preguntaba por qué unos niños tenían más juguetes que otros, y la verdad es que me ponía en un compromiso, porque no sabía qué contestarle. Ahora no recuerdo bien cómo lo solucionaba, pero supongo que algo se me ocurría.
Es muy triste ver situaciones como la que nos cuentas: por una parte, por la injusticia que supone para un niño el no poder disfrutar de los mismos regalos que otros. Y más triste aún, la actitud de la madre, a la que la tuya dejó en su sitio.
En realidad, las cosas se valoran cuando cuesta trabajo conseguirlas; eso está muy claro. El fallo que hemos tenido y seguimos teniendo los padres que en la infancia tuvimos privaciones, es que hemos querido que nuestros hijos no las conozcan, y los hemos malcriado sin remisión. La esperanza que nos queda es que ellos, cuando se tengan que ganar "las habichuelas", aprendan también el verdadero valor de las cosas.
Lo que sí me llena de satisfacción es poder regalarle alguna cosa de vez en cuando a mis padres: ellos sí que las valoran en su justo término, y creo que por eso las disfrutan más.
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