
Si
en Gaia ningún hombre ya cantase
y en el mar toda vida se extinguiera.
Si en el cielo el gran Sol ya no luciera
y a los seres jamás nos calentase.
Si el trinar de los pájaros cesase
y el color de las flores se perdiera.
Si el desierto secase la pradera
y el halo de la luna se apagase.
Cuando ya no existiese la alborada,
y nunca resurgiesen las auroras,
pues la luz que los astros pereciera,
cautivo en el fulgor de tu mirada,
te amaría, mujer, a todas horas,
e igual que ahora te quiero te quisiera...