VEJEZ

 

 

 

 

 

Cuando veo esos ojos tan tristes.
Cuando observo esos pelos canosos y ralos.

Me pregunto,
¿Tú eres quien fuiste?
¿Que queda de ti?

Pero el alma, maldita, me engaña,
y dice, ladina, no creas al espejo, que miente,
pues tú sigues siendo el mismo de siempre,

aquel joven con ojos brillantes,
aquel hombre con pelo tupido y moreno,
con cuerpo muy erguido y mirar sereno.

Y vuelvo a mirarme al espejo,
y solo contemplo en el mismo
las ruínas de un pobre ser viejo.

¡Oh Dios de la vida y la muerte!
¿Quien es el que miente...?

¡Oh Ser infinito que el alma me diste!
¿Por qué la mantienes tan bella y hermosa,
y yo estoy tan triste?

¿Por qué no se aja mi alma igual que mi cuerpo?
¿Por qué soy tan viejo por fuera y tan joven por dentro...?


© Antonio Pardal Rivas

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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