
Vendrás desde
muy lejos a encontrarme,
cruzando mil regatos y cañadas,
buscando en mis veredas y vaguadas,
el sitio en el que habrás de acariciarme.
Y yo a ti me daré,
sin demorarme,
seguro que hallarás en mis moradas
las tibias y escondidas pinceladas
que guardan de mi vida humilde adarme.
Llegado ineludible
el suave viento,
mis pasos marcharán con sumo anhelo
al sitio donde fluye tu camino.
Y dulce marcará
tu fresco aliento
el halo de mi paz y mi consuelo...
Aquel que soñó siempre mi destino...
©
Antonio Pardal Rivas
13-02-08
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