EL SUEÑO

 

 

 

 

 

 

 

Se me paró el corazón y yo soñaba.
Soñaba que moría.
Un péndulo de aromas hechiceros me mecía.
Sabor a dulce néctar que en mi boca volcaba
un blanco manantial, me recordaba
la aurora de un principio ya olvidado.
Y reía y lloraba como un tierno bebé.
Como un pétalo de flor recien nacida.
Como llora la luna al ocultarse.
Como rie la flor cuando canta el jilguero.

Era extraño aquel sueño.
Nunca había soñado tal belleza.
No existían ni el tiempo ni el espacio.
Tampoco la alegría o la tristeza.
Sólo una dulce paz y aquel aroma...
Mas sabía que moría, que era el fin.
¿O era el principio? No lo sé....
Tampoco sé lo que duró tan dulce sueño.
Si fue solo un segundo
o una infinita eternidad.
Solo sé que hubo un momento en que el hechizo se rompió.

Y dejé de soñar cosas tan bellas.
Desperté rodeado de seres con albura,
que habían demorado mi viaje a las estrellas...



© Antonio Pardal Rivas

26-11-07


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VOLVER