TORREMOLINOS |
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Los
tristes avatares de la vida
robáronme cruelmente la pasión que siempre se escondió en la trabazón de mi alma en tu belleza derretida. Con lágrimas de sangre en mi partida sufrí por una injusta vejación, dejándome partido el corazón, llagado por artera y vil herida. Hoy queda, -superada mi tristeza-, la fe de aquel hermoso sentimiento que alegre disfruté con tu belleza. Nostalgia ya es tan sólo lo que siento al ver, Torremolinos, tu grandeza, que atisbo en mi forzado alejamiento. ©
Antonio
Pardal Rivas
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