LA ABEJA

 

 

 

 

 

Triste amargura que siente la abeja
cuando su cruel aguijón ha clavado,
y el corazón que maltrecho ha dejado
mustio y lloroso del daño se queja.

Y es que ya es cosa sabida y muy vieja
que en la colmena de dulce melado
vive un insecto de aspecto atigrado
que si te ataca, dañado te deja.

Yo no me fío jamás del veneno
que a ese animal le otorgó la natura,
por exquisita que sepa su miel,

pues lo que al pronto parece ser bueno,
se hace insufrible y feroz picadura
que deja al alma cubierta de hiel.

© Antonio Pardal Rivas

05-diciembre-2006


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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