|

Hubo una vez una linda doncella,
sin conocer del amor su embeleso.
Nunca alcanzó a saber qué era eso
de contemplar junto a otro una estrella.
Nunca dejó en un alma su huella,
ni demostró su ternura en un beso...
Mas una meiga escondida en lo espeso,
díjole así a esa joven tan bella:
Es el amor ofrecer tu fragancia
para que el ser al que quiera tu pecho
busque a tu lado, dichoso, el solaz,
y guarde siempre la dulce constancia,
que lo conduzca a encontrar en tu lecho,
un tierno abrazo, el reposo y la paz.
©
Antonio Pardal Rivas
16-noviembre-2006
|
VOLVER
|