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Hoy, que siento en mi alma la añoranza
de un cariño sincero, ya pasado,
no borro de mi pecho la esperanza
de tenerlo otra vez aquí a mi lado,
pues los celos, cual sombras del Averno,
mataron el amor en nuestras vidas,
lastimando un cariño dulce y tierno,
dejando nuestras almas malheridas.
Los años van pasando lentamente,
lacerandome el pecho, poco a poco,
pues no puedo mirarla frente a frente
y estalla mi garganta en mil sollozos.
Hoy, con ansia, quisiera recobrar
aquella adoración sincera y bella,
volviendo en su mirada a contemplar
la luz del firmamento y sus estrellas.
Aún aguardo, iluso, el reencuentro,
de mi alma con su alma tan querida,
silenciando el dolor que llevo dentro
y que lento, va quitandome la vida.
Y aunque lejos de mí su luz alumbre,
jamás mi gran amor perecerá,
callado, con la triste certidumbre
de saber que ya nunca volverá...
©
Antonio Pardal
Rivas
Agosto-2006
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