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El frescor de la brisa que cabalga en las olas,
o el aroma hechicero del jazmín en los parques.
El gorjeo del ave cuando nace la aurora,
o la dicha infinita de tenerte y amarte.
El sabor de tus besos con regusto a frambuesa.
El fulgor de tus ojos, más ardientes que el fuego,
y la bella hermosura de tu faz de sirena,
que al sentirla a mi lado me aproxima a lo eterno.
Cuando se haya extinguido este "yo" que da vida
a la tierra y al mar, al amor y a lo bello.
¿Qué ser nuevo será quien dichoso perciba
la belleza que entraña contemplar todo esto?.
Es la arcana pregunta que me turba al quererte:
Si tu voz, y tu risa, y tu cuerpo y tu pelo,
tienen vida por sí, existiendo realmente,
o es un sueño fugaz que termina si muero.
Es dilema insoluble que me hunde en la duda,
pues no sé si mi "ego" es real o es un sueño...
Y me empuja, al final, a perder la cordura,
destrozando mi alma este inmenso misterio.
©
Antonio Pardal Rivas
Julio,
2006
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