|

Un amor tan inmenso como el mío
jamás en esta vida había existido,
pues te quise hasta mi último latido.
Hasta el postrer suspiro o desvarío.
Una frase, o tan solo una mirada,
me ayudaran, mi amor, para marcharme.
Un segundo, fugaz, para besarme,
me habrían dado la paz, mi ingrata amada.
Siempre fuiste el fanal de mi memoria.
Y también lo más dulce de una vida
que se fue con el paso de los años.
Mas quizá, cuando escriban nuestra historia,
narrarán la más triste despedida,
de un amor... de abandono... y desengaños...
Marzo,
2006
|
VOLVER |