MI VICTORIA

 

 

 

 

 

 

Cuando te ví el primer día no me gustaste.
No te empolvabas la cara,
no te pintabas los ojos,
no retocabas tu boca...

Pero un día con tus ojos me miraste
y vi tu carita clara,
me fijé en tus labios rojos,
y observé tu risa hermosa...

¡Esos ojos penetraron en mi mente!
¡Esos ojos me mostraron tu belleza!
¡Esos ojos de tu cara sonriente
descubrieron de tu alma su grandeza!

Te he querido con locura muchos años.
He llegado a idolatrarte, cual mi diosa.
Me has mostrado que la vida es muy hermosa,
y he olvidado multitud de desengaños.

Cuando se acerca el final de mi existencia
ya que el tiempo, al devenir, no me perdona
quiero alzar sobre tu frente una corona,
que proclame tu ternura en mi presencia...

¡Vida mía, mi tesoro, angel del cielo...!
¡Mujercita que me has dado tanto amor!
Cuando parta y solo quede mi memoria,

donde estés, tú seguiras siendo el consuelo.
Donde estés, tú seguiras siendo una flor.
Desde allí, para mí siempre serás...

¡Mi Victoria...!


© Antonio Pardal Rivas

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VOLVER