CITA CON EL MAR

 




Al mar, al que tanto adoro
y, que sin él, no sabría vivir.



En la noche avanzada de un día cualquiera
contemplando embelesado el ajetreo de las olas
con sus penachos de espuma blanca,
siento esa paz en mi interior que cuando mte embarga,
pareces estar en una dimensión desconocida.
El sonido del mar en el silencio nocturno
me apasiona y me deleita;
me arroba y me subyuga,
y abre de par en par las puertas de mis sentidos.
Soy distinto; más feliz y más ilusionado.
Son muchos los días y muchas las noches
en que, como en cita clandestina,
nos miramos, nos hablamos y nos comprendemos.
Son muchas las horas que juntos pasamos.
Ella viene y va con su balanceo constante,
y parece querer hablarme y serenarme,
y yo, contemplándola desde la orilla
soy tan dichoso que le doy las gracias,
y me comprende, y me arrulla y me sonríe.
Cuando alguien -como el viento- le es infiel,
se revela se agita y se subleva,
pero luego lo pasa a la hoja del olvido.
Y vuelve a ser quien es: bella y serena.
A veces me lo cuenta - me figuro-,
somos dos almas gemelas en lazadas
por el mismo sentimiento y voluntad,
y le digo, hablándole en silencio
que algún día me acogerá en su seno
cuando aquí haya cumplido mi misión.
Y parace llorar acongojada, y me rocía
de lágrimas de sal, y se retira,
pero pronto vuelve a estar conmigo,
y, así, juntos, como amantes estaremos
hasta que no volvamos a separarnos más.




Emilio García del Nido.
25-marzo-2.008.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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