MI VOZ EN EL DESIERTO

 



Yo soy como la voz que clama en el desirto.
Me diste, Dios, un alma apasionada
que se enmalla una y otra vez
en la red del pescador, y se atraganta
de hiel oscura y verde alga.

Como la triste flor sin pétalos, regada
más con llanto que con agua,
se me desprenden las escamas una a una
sabiendo que no podré recuperarlas.

Mi alma vuela sin alas, torpemente,
y tropieza por doquier en lo que encuentra,
sangra la herida sin que deje huella
y vuelvo a alzar la voz inútilmente
sonando como el yunque de la fragua.

Nadie escucha mi voz, que clamorosa,
intenta romperse en la garganta
a sabiendas de que el aire caprichoso
la llevará a topar con la montaña
y la reduce a un eco repetido
que infructuoso y ajeno se enmaraña.




Emilio García del Nido.
9-agosto-2.007.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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