Tuve ocasión de ir a aquel lugar 
          donde yo procuraba tu sustento, 
          aquello que anhelabas del momento 
que gustosa te daba sin dudar. 
No, no quiero volver, ni nunca amar 
ni clamar del dolor ningún lamento 
tal fue la ingratidud que con cemento 
sepulté tu recuerdo en ancho mar. 
Hoy no sé donde estás, pero las olas 
dejaron en la playa un ave herida 
y me vino tu nombre: Realidad. 
No quiero imaginarte tan a solas 
ni pensar que fue estúpida tu huida 
cuando yo te entregaba ETERNIDAD... 
        
        Sofía Martinez-Avellaneda 
          25 de septiembre de 2007.