¿POR QUÉ?

 

 

 

 

 

Por qué viniste ayer, no te esperaba,
otra vez el recuerdo tan lejano,
el sentir una mano en otra mano
y esa mirada inquieta que yo ansiaba.

Por qué viniste ayer, ya no te amaba,
toda mi fortaleza quedó en vano,
movido el corazón ¡es tan humano!...,
y te volví a querer como anhelaba.

Sombra, sueño de ayer, vuelves ahora
reviviendo un pasado ya sin día
que sepulté en penumbra que devora.

Se apagó aquel fulgor de mi alegría
sabiendo de la pena que desdora
al descubrir al ser que no existía...



Sofía Martinez-Avellaneda
31 de julio de 2007

 

 

 

 

 

 

 

 

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