No pudo soportar su gran dolor
y apagó las estrellas de los cielos
porque estallaron juntos los anhelos
frustrados en la duda de un clamor
Quizás una sonrisa o una flor
impidieran el frío de sus hielos,
una mano de amigo que sin velos
le diera verdadero su calor.
Pero no hubo milagro y ya la vida
resultó insoportable, decidió
volar cual mariposa enardecida.
Nació la primavera, ella murió
y la rosa, su rosa tan querida
en su camino eterno acompañó...
Sofía Martinez-Avellaneda
1 de junio de 2007