LA ESMERALDA

 

 

 

 

 

Es sin duda mi joya más preciada,
sus verdes resplandores son constantes
y sus amigos fieles son brillantes
rodeándola atentos sin llamada.

En soledad sostiene la mirada
de otras gemas quizás tan deslumbrantes
mas de menos valor, aunque arrogantes
crean a la esmeralda indeseada.

Eterna permanece en su simpleza
sin menoscabo alguno, sin edad,
fruto de singular naturaleza.

La contemplo pensando en la bondad
que eleva hasta la cumbre de grandeza
una piedra sublime en su beldad...






Sofía Martinez-Avellaneda
15 de mayo de 2007

 

 

 

 

 

 

 

 

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