ERAN LLAMAS

 

 

 

 

 

Eran llamas de luz que de amor mueren,
que abrasan sin quemar en su agonía,
suspirando entre llantos cada día,
sin poderse acercar porque se hieren.

En imposible afán de lo que quieren,
buscando y no encontrando en su porfía,
sin poder acallar la voz que guía,
sabiendo que es inútil cuanto esperen.

El cuerpo las mantiene prisioneras,
obstáculo insalvable que las ata
aunque intenten salir de mil maneras.

El ansia de volar las arrebata,
¡mariposas de eternas primaveras
clavadas a un panel que al fin las mata!...

Sofía Martinez-Avellaneda
17 de marzo de 2007

 

 

 

 

 

 

 

 

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