Pasó a ser un león siendo cordero,
exclamando: no bastan las razones
cuando pútridos son los corazones
que miopes no ven más que dinero.
Y así se convirtió en feroz guerrero,
al amparo de luz que dá los dones
para al débil luchar por ilusiones
incitando a seguir pues ¡yo lo quiero!.
Y ya no tuvo miedo
sin espada ni escudo, limpiamente
fue ganando el respeto de la gente.
Y aplastó con un dedo
la conjura cruel que se tramaba.
Era un león feroz, pero aún amaba...
Sofía Martinez-Avellaneda
30 de junio de 2008.