NEBULOSA

 

 

 

 



Vacié el corazón y quedó seco
pero seguí viviendo día a día
escuchando a la rueda que rugía
con sonidos extraños tras el eco.

No vislumbré en la estancia ningún hueco
sólo el batir del viento que volvía
a habitar en mi piel que ya dormía
sin sentir ni penar cual un muñeco.

Noté el pulso latiendo poco a poco,
el velo se rasgaba lentamente
dando paso a la luz, distante el foco.

Volvieron las neuronas a mi mente
y soñe con el sueño de algún loco
que creyó que vivir ya no era urgente...


Sofía Martinez-Avellaneda
8 de febrero de 2008.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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