Miró el loro atentamente 
  a la vez solto un ¿rediez! 
¿dónde me encuentro esta vez? 
dormida tengo la mente. 
Pero escuchó de repente 
varias voces al momento, 
todas contaban un cuento, 
se increpaban..,¡vayase!, 
asombrado supo que 
estaba en el parlamento. 
Y recordó que su dueño 
del evento había advertido, 
se lo había prometido 
mientras arrugaba el ceño. 
"Tus derechos con empeño 
podrás defender un día 
y veras con alegría 
que te escuchan asombrados 
aunque algunos anticuados 
se rían de tu porfía". 
El loro habló con ardor: 
"Si una ley hay para el simio 
yo que hablo y soy eximio 
necesito una mejor, 
también necesito amor, 
quiero todos mis derechos, 
no palabras, sino hechos, 
que no se me encierre en jaulas, 
que se me lleve a las aulas, 
¡tendré alumnos satisfechos!"... 
        
        Sofía Martinez-Avellaneda 
          5 de febrero de 2007