SE ACABÓ MI CEGUERA

 

Si los hijos al padre están unidos,
separarse no deben; no hay razones
de quedarse en silencio, cual ladrones
que en la noche pretenden no hacer ruidos.

Me engañaron vilmente los bandidos
pensamientos del alma. ¡Qué ilusiones
por la borda tiré sin condiciones,
por querer a los míos ver reunidos!

Resultó todo inútil, pues ninguno
a la cita acudió que yo ofreciera;
debe ser que interés no tuvo alguno

y fue todo ilusión de mi sesera.
O, quizás, retornar no fue oportuno
pues que vine a inquietarles su cartera.

¡Se acabó mi ceguera!
Para mí miraré ya en adelante.
¡Cada cual su pesar con fuerza aguante!



Francisco Escobar Bravo
26 de abril de 2008

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