NO TEMAS NI TE ENCELES, VIDA MÍA


No temas ni te enceles, vida mía.
Ignora el maldecir de quien, pacata,
se asusta de mis versos. ¡Qué insensata!
No endulza su amargor ni la ambrosía.

Presume de ser ángel y es arpía
que lanza agudo dardo a ver si mata.
Mas sabe tu actitud, noble y sensata,
que goza de muy mala puntería.

Matar nuestra ilusión bien lo quisiera
alguna que me sé, pero tampoco
podrá con mi pasión que es verdadera

y hay veces que me vuelve medio loco.
Comienza ya a apuntar la primavera
y ya para el verano queda poco.



Francisco Escobar Bravo
17 de marzo de 2008

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