JUGANDO AL MUS CON EL DIABLO

 

No sufre aquél que espera que amanezca
sabiendo que a la postre verá el alba,
ni pena quien aguarda en sus oídos
un día percibir la voz amada.

Lejana está la fecha; mas, no obstante,
la fuerza del amor llena es de magia.
Posible es que hasta acorte el calendario,
tornándose los meses en semanas.

O en días, tal vez horas o minutos,
haciendo tu demora menos larga.
El caso es que ambiciono ya tenerte
tendida sobre el lecho y no en pantalla.

Sumirme en esos besos tan sabrosos
que sé, sin duda alguna, que me aguardan;
gozar de tus caricias con premura,
verter en tu interior todas mis ansias.

Y ya no despertar a un nuevo día,
ignoro qué me traiga la mañana;
prefiero hallar la muerte entre tus brazos,
que no que te despiertes y te vayas.

Pues ya me sucedió y quedé muy triste,
no quiero llorar más como llorara;
la Parca me sorprenda, compasiva,
guiándome a Caronte y a su barca.

La Estigia de ese modo cruzaría
sin miedo y sin temor, tranquila el alma;
capaz igual sería de al Diablo
mostrarle qué es el mus, si tiene cartas.

Un órdago a la grande hasta le echase,
jugándonos la vida si hace falta;
que en juego similar rival no tengo.
¡Murió hace tiempo ya el que me ganaba!


Francisco Escobar Bravo
12 de diciembre de 2007

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